martes, 13 de abril de 2010

Desconcertante desigualdad




Leía recientemente en una viñeta a Mafalda justificando la tendencia al sobrepeso en las mujeres a medida que envejecemos, que según ella esto ocurre porque acumulamos mucha información en nuestra cabeza, y claro, llega un punto en que tanta información no cabe en nuestra cabecita. Así que esta información acumulada empieza a distribuirse por todo el cuerpo. O sea que no me sobran kilos!!Soy culta!! MUY culta!!. Aunque sinceramente, me temo que solo lo soy en un sentido Mafaldero, porque a nivel intelectual yo me siento cada día más socrática, y solo se que no se nada. O mejor dicho, cada día descubro algo nuevo que no solo no entiendo, si no que entiendo menos que antes. Como ejemplo, hay que ver lo que me ha costado entender el funcionamiento de nuestro sistema electoral, es más todavía estoy en ello.

Es bien molesta ,esa sensación de perderte algo importante respecto a cualquier cosa que sucede o te explican, y aunque el global te queda claro, tienes la sensación que algo se te escapa, como si parte de la historia te fuera completamente ajena o estuviera explicada en términos o en un lenguaje ajeno a tu realidad. Mas o menos te quedas “con la copla”, pero no acabas de verlo claro, quedando un regusto a ciertas limitaciones de mi nivel de comprensión. Claro que no hace mucho alguien me hacía reflexionar que quizás no era tanto mi ignorancia de oyente simple como la ignorancia de orador complejo.

Pues esa sensación me viene invadiendo periódicamente cada cuatro años, cuando sentadita delante del televisor a las “taitantas” de la noche, intento entender lo que me cuentan los señores periodistas y analistas sobre el resultado de las elecciones en las que acabo de participar ese mismo día.

La pregunta que me surge en esas periódicas circunstancias es ¿Pero aquí exactamente como se cuentan las cosas?¿ 1+1 son 2?¿ El que más votos tiene gana? Pues no, resulta que no es así.

No todos los votos son iguales, no tienen el mismo valor, depende de a quien votes y donde. Sorprendente, ¿verdad? a menudo tiene uno la sensación de que vive en la Parra.

Y es que el peso de los votos, se viene calculando en función de una formulación matemática, un sistema ley D´hont, me niego a ni intentar averiguar cómo, las matemáticas y yo nunca nos hemos llevado del todo bien, nos toleramos mutuamente pero no hay gran afinidad.
Un sistema que, de modo aproximadamente "proporcional, calcula dando el peso en base a una circunscripción por provincias, favoreciendo a las candidaturas más votadas (bipartidismo) y a las más concentradas geográficamente. Porque tal y como he podido leer, ”de la muy desigual distribución provincial de la población en España, resulta que aplicando la Ley d 'Hont en Teruel, por ejemplo, son necesarios 18.000 votos para sacar escaño y en Soria 22.000, mientras en Madrid son necesarios 92.000 y en Barcelona 90.000”. Esto conlleva que un partido puede sacar x escaños en algunas provincias pequeñas y con esa misma cantidad de votos no llegarían ni por asomo para obtener un diputado estando en otra provincia mayor como Barcelona. Así pues un voto de las provincias pequeñas vale por dos o tres de las más pobladas.

Y aunque el sistema D´Hont pueda ser en su definición proporcional, lo que no lo es, es la distribución de escaños a las circunscripciones electorales. ¿Que sentido tiene que se apliquen criterios de territorio y no de población a esa distribución?. Los que votan son los ciudadanos y no los territorios, vamos digo yo. Y mi opinión y voto debería valer lo mismo que la de cualquier otro ciudadano, ¿O no?

Curiosamente cuando intentas comentar toda esta situación, un punto Quijotesca, a tus contertulianos del café o la copa, te suelen mirar con cara de “tremenda milonga nos está contando la niña esta”, y si no fuera por lo de niña, que siempre agrada cuando las patas de gallo ya han hecho su aparición, lo cierto es que resulta un poco frustrante la falta de credibilidad que suscita el tema. Pero tal cual lo cuento es, ese cálculo, no solo arrebata la posibilidad de tener la misma igualdad a todos, si no que en definitiva justificaría que una fuerza política pueda perder por votos y gobierne por escaños.

En resumen, vuelvo a estar de nuevo perpleja y desconcertada y es que como dijo Einstein: Cada día sabemos más y entendemos menos.

1 comentario:

Elisabet dijo...

Ciertamente es un tema muy debatido actualmente, probablemente porque cada vez y dado el desencanto político exitente, aparecen nuevos grupos políticos organizados, con ideologías paralelas a los ya existentes pero con la convicción de llevarlas a cabo de forma más óptima en beneficio y servicio de los ciudadanos, que al fín y al cabo es la base(almenos incialmente) de todo político que se preste.
A mí me surgen unas dudas que probablemente podrían avivar esas tertulias de café y copa, y vienen dadas con respecto a la distribución de los votos en las diferentes circunscripciones.
Entiendo que el parlamento se compone de 350 escaños ( un número reducido con respecto a otros parlamentos europeos) lo cuál dificulta en gran medida el reparto proporcional de estos a las circunscripciones.
Así pués nos encontramos con 102 escaños correspondiendo 2 a cada provincia(50) y 2 más (Ceuta y Melilla), los 248 restante se distribuyen entre las provincias en proporción a su población, por lo que se puede dar, dada el escaso número de escaños, la situación real de subrepresentación en las provincias de mayor población y la sobrerepresentación en las provincias menos pobladas.
Por lo que podríamos deducir que así como bien es cierto se beneficia a las listas más votadas (bipartidismo) también lo es, el caso de que los partidos con mayor representatividad en las diferentes circunscripciones (provincias) salgan sensiblemente perjudicados.
Es complejo y estoy segura de que la ley electoral podría mejorarse, aunque siempre surgirán dudas y situaciones que aparecerán como injustas vistas desde distintas perspectivas e intereses.